La pila de platos sucios esperaba sobre la mesa de la cocina, las bolsas con los restos de comida y las fuentes con aceitunas o retales de las delicias de ayer, nos miraban sospechosas al asomar la puerta... Cero ganas.
Ayer habíamos echado la tarde entre risas y juegos de mesa hasta que estuvimos todos. Saboreamos bocado a bocado cada una de las opciones que preparamos mano a mano. Cada vez estoy más enganchada a esto de escuchar la lluvia desde dentro mientras huele a hojaldre recién hecho, usamos las copas de cristal grueso o hincamos el cuchillo de sierra al crujiente "Calzone". Luego vienen las disputas por ver quien consigue alcanzar los mejores méritos del juego de turno. Las revanchas, las riñas y lo mejor... Las risas y felicitaciones. Entonces, el aceite de esencias comienza a oler a quemado. Apagamos las velas y nos retiramos a descansar.
Mi rubito también puso de su parte. Nos dejó preparar y degustar a nuestro ritmo. El que también descansa disfruta de su tranquilidad mientras en la planta de abajo pre-adolescentes y adultos aunamos en momentos bonitos. No sabe la que le espera en esta familia de locos...
Y recorrí cada dormitorio, bajando persianas, repartiendo besos y buenas noches hasta que el nórdico y el español, me hicieron recuperar un poco del calor que se me escapo por los pasillos. Cuantas buenas sensaciones. Que no se acaben nunca cuadrilla ...
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