He llamado a los más importantes. A pesar de los virus (que han llegado antes que el frío, por cierto..) y de que las obras sigan a medias, no pienso dejar pasar la celebración por alto.
Llevo mucho tiempo intentando convencerme de que los imprevistos forman parte de la vida y que no por ello hay que dejar pasar las ocasiones bonitas, al fin y al cabo la perfección no existe y lejos de parecerlo el objetivo es estar juntos, lo demás es secundario...
En mi mente se mezclan bonitos momentos de nuestro pasado. Por suerte ahora cuento con la madurez de lo exquisito siendo esto para mi un lujazo. Ahora se bien lo que me importa, y como mandamiento de esta nueva etapa no voy a esperar a que llegue ese "yoquese" para ver como pasa el tren.
Unas cañas, o un buen vino y nuestro jardín otoñal. Casualmente coincide la castañada que cada año se celebra en el pueblo. Había pensado prender el brasero del jardín hasta que vayamos para allá, pero creo que con el buen tiempo que tenemos y unas mantitas finas, reiremos a gusto mientras charlamos...
Esta mañana hemos hecho hueco entre las hojas anaranjadas de los árboles para colocar los bancos y las sillas plegables de madera. Un buen puñado de panes para acompañar a los aperitivos y algún que otro banderín que hemos colgado bajo el toldo.
Ellos quieren salir con la chavalada a pasear por las calles y probar si el "trick or treat" funciona ahora más que antes. Parece que la tradición celta se va asentando un pelín más.
Los porches y los balcones de las casas se manifiestan con algunos adornos. O al menos así lo sentí en el camino de regreso a casa. Sería una pena que se quedaran colgados como cuando lo hacíamos antes... Aunque creo que con la ilusión que tienen de estar todos juntos, será más que suficiente.
Tengo ganas, como ellos, de verlos aquí, a todos. A la gran mayoría ya los vi pero juntarlos de nuevo, en el mismo escenario es como continuar con nuestras virtudes, nuestros defectos y nuestros buenos o malos momentos, pero juntos... Son las píldoras de la vida, esos pequeños momentos que sin animo de grandezas me apetecía sentir, lo necesitaba...
Mi rubito llego hace un año y había encontrado la excusa perfecta para sumar tradiciones a nuestro calendario. Sería un halloween para recordar.
Además, después de una mudanza, una pandemia y demasiados médicos era más que agradable tener cerca y juntos a casi todos.
Y así como una humilde anfitriona a la espera, extendía con cariño las cremas en los canapés...
Feliz cumpleaños chiquito.
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